China ha emprendido un proyecto global de transporte sin parangón en la historia: la nueva Ruta de la Seda. Por tierra y por mar, de Asia a Europa, África y América Latina, este plan titánico tiene el potencial de transformar a su paso la economía mundial, el comercio, la industria y la cultura.
Lo que nació como una propuesta del presidente chino en octubre de 2014, durante la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, en la cual invitó a los bancos y a los países participantes a ser inversionistas, se ha convertido en el mayor desafío de la economía mundial, una revolución total que, sin duda, se convertirá en un hito en la transportación de pasajeros, mercancías, hidrocarburos y alta tecnología.
Lo que se pretende es revitalizar la antigua Ruta de la Seda, con infraestructura moderna y tecnología de punta, dotándola de mayor capacidad logística y de distribución, lo que beneficiaría a los países occidentales y contribuiría al crecimiento de Asia y Oriente Medio.
En la antigüedad, esta ruta unía los mercados de los imperios romano y chino ya que por ella se enviaban las sedas de oriente que se comerciaban en Europa. Con el tiempo, se empezaron a comerciar otros productos, como: piedras, metales preciosos, telas, materiales manufacturados, etc.
De acuerdo con algunos medios de comunicación este puede ser el proyecto de infraestructura más grande de la historia. Pretende conectar a dos tercios de la población mundial y 70 países a través de una red de enlaces terrestres llamada “El Cinturón” que involucra autopistas, ferrocarriles y ductos; también propone una red de rutas marítimas con el nombre de “La Ruta”, en la cual se crearán o modificarán algunos puertos marítimos.
China ya financió miles de kilómetros de esta ruta en infraestructura de vías y ferrocarriles, la más famosa hasta la fecha es la ruta del tren de carga Yiwu-Madrid que realiza un recorrido de 13 mil kilómetros por ocho países.
La importancia y relevancia de este proyecto, aunado a la salida de Estados Unidos del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica, le abre la puerta a México para ser un bastión importante en el comercio con China.
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